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DISTINCIÓN ENTRE ESTADO DE ÁNIMO Y EMOCIONES

  • lilibweicman9
  • 1 mar 2016
  • 3 Min. de lectura

Cada vez que experimentamos un suceso inesperado se activa una emoción. Desde el coaching ontológico las sociamos con los quiebres . Para llevarlo a una menor comprensión, las personas nos movemos dentro de parámetros esperados. Toda interrupción de ese fluir dentro de los parámetros esperados, desde el coaching lo llamamos Quiebre. Se produce un quiebre por ejemplo cuando se nos descompone el motor del auto, tenemos una discusión, nos cambian nuestras tareas, pasamos a responder a un nuevo jefe, o cambia cualquier circunstancia previsible de nuestra vida. Esto siempre es un disparador de emociones y que al persistir en el tiempo, generan estados de ánimo que nos abren o cierran posibilidades en nuestra vida. Cuando hablamos de emociones, por lo tanto, podemos señalar las circunstancias particulares que las generan. Podemos identificar los acontecimientos que "gatillan" las emociones al decir de Humberto Maturana, y su persistencia en el tiempo generan estados de ánimo que nos abren o cierran posibilidades para actuar en los distintos ámbitos de nuestra vida,

En el proceso de Coaching, las competencias de observación de los estados de ánimo y emociones, nos permite intervenir luego de una escucha comprometida y una exploración profunda de las emociones que siente el coachee, acompañarlo en ese proceso de cambio de observador para generar un diseño de acciones.

,Existe una estrecha relación entre emociones y estados de ánimo. Lo que empezó comna emoción ligada a un determinado acontecimiento, puede a menudo convertirse en un estado de ánimo, si dicha emoción permanece con la persona el tiempo suficiente y se hace parte de su conducta.

Los estados de ánimo son constitutivos de la existencia humana. Diferentes hogares, empresas, instituciones, lugares, países, ciclos climáticos, estaciones del año, días de la semana, horas del día y la noche, edades, tienen diferentes estados anímicos.

ESTADOS ANÍMICOS Y ACCIÓN

Las emociones y estados de ánimo son predisposiciones para la acción. Dependiendo del estado de ánimo en que nos encontremos, ciertas acciones son posibles y otras no, algunas posibilidades están cerradas y otras no.

Nuestros estados anímicos también condicionan la forma en que efectuaremos esas acciones. En los deportes competitivos es determinante la emoción y estado anímico desde el cual actúan los jugadores. Desde la más temprana infancia aprendemos de esta conexión entre estados emocionales y acción.

Nuestro reto como seres humanos es darnos cuenta de nuestras emociones y estados anímicos y desarrollar competencias para alinearlas con nuestros objetivos y metas. Cuando conversamos, por ejemplo, es importante asegurarnos que el estado de ánimo de la conversación sea el adecuado para lograr lo que se espera que esa conversación produzca. El primer paso para modificar ese estado anímico a nuestro favor es observarlo, es decir, identificarlo: darnos cuenta de su presencia e influencia.

Esto nos hace volver a uno de los postulados básicos del Coaching: No nos es posible intervenir en un mundo que no somos capaces de observar.

Nuestras emociones y estados de ánimo son como lentes, y a través de ellos observamos el mundo. Las diferentes emociones y estados de ánimo son diferentes aperturas al futuro. Nuestros estados de ánimo conforman el mundo en el que vivimos. Los seres humanos no nos relacionamos con nuestro entorno natural y social tal y como éste es, puesto que no sabemos cómo es realmente; sólo somos capaces de percibirlo de acuerdo con nuestra propia interpretación, estos es, según nuestro mapa mental, que, entre otras cosas, está siempre influido por nuestros estados de ánimo. En este sentido, cada estado de ánimo trae consigo su propio mundo.

Uno de los problemas que enfrentamos es que a menudo no identificamos nuestras emociones ni advertimos nuestros estados de ánimo. Así, vemos el mundo como los observadores que somos.

Normalmente no nos damos cuenta que estas características positivas y negativas no pertenecen al mundo mismo, como algo separado de nosotros, sino al observador que somos, según el estado de ánimo en que nos encontremos.

Nuestro mundo reside en el estado de ánimo en que estemos. Cuando cambia nuestro estado de ánimo, el mundo cambia con él.

El enojo, la culpa, el miedo, la confianza, la exigencia, la necesidad de control respecto a una o más situaciones de nuestra vida pueden impedirnos llegar a esa meta o a esa situación en la que deseamos estar y hoy no estamos.

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